sábado, 9 de marzo de 2013
ATALAYA MILITAR.
A las 9 horas, quedamos en la entrada de las piscinas del Parque Deportivo Ebro, para desde ahí, iniciar nuestra ruta, a la atalaya militar que se encuentra frente a Sobradiel.
El recorrido hasta Alfocea, es de lo mas transitable. Las hostilidades del terreno comienzan nada mas dejar esta última localidad.
Hay tres repechos que ponen a prueba la capacidad pulmonar y de sufrimiento de los incautos que como nosotros, se atreven a desafiarlos.
Pero no contentos con esos tres repechos, te espera al final la subida mas dura de todo el recorrido, la que por fin te lleva a la mencionada atalaya.
Aquí, si las otras te exigían, esta te ordena que el esfuerzo sea mayor, mas continuado, añadiendo la dificultad del terreno, en el tramo medio descarnado, con piedras que sobresalen y que hay que sortear y que si no tienes una mínima técnica, acaban con tus huesos en el suelo.
Una vez en la atalaya, y ante la posibilidad de que los militares te saquen, la vuelta la realizamos por el mismo sitio, disfrutando de la bajada, que está igual de peligrosa o mas que para subir, y pasándolo bien durante todo el trayecto de vuelta.
Ya en Monzalbarba, un suculento almuerzo y regreso para Zaragoza.
A todo ello hay que añadir que el día ha sido estupendo, la temperatura ideal y la compañía inmejorable.
PD: fotos en álbum " Torreón san Gregorio"
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Dirigidas nuestras "huestes" hacia la Atalaya y ante el temor de estar ella ocupada por tan indigne enemigo, "presto" subimos para "pasar a cuchillo" a todo aquel que hubiera "osado" invadirla, pues todos sabíamos que nuestro buen "mancebo" Juliancho no admitía la posibilidad de que estuviera la fortaleza tomada por enemigo alguno.
ResponderEliminar"A" de castillo, gritó Juliancho con una entereza atronadora, que hasta los que estábamos juntos a él notamos un estremecimiento que recorrió nuestros cuerpos -no había duda, era el miedo-.
Tras tomar posesión de la fortaleza y al no tener que pasar nadie a cuchillo las huestes nos dirigimos a tomar el bocadillo y beber el carajillo.
Vive Dios que mereció la pena la "empresa"